miércoles, 11 de noviembre de 2009

CABECITA DE MADERA...


Cuando piensas con la cabeza
y escribes con el corazón,
es muy probable que tu subconsciente te traicione
plasmando en palabras escritas
lo que quizá no hubieses dicho parándote a pensar con la cabeza.
A mi me ha ocurrido y he de pedir perdón.
Perdón por no respirar hondo antes de escribir
por no conformarme con una respuesta que era clara y sincera;
Perdón por pagar mi mal momento con quien menos lo merecía.
Dicen que pedir perdón es de cobardes.
Yo no me siento así.
Al contrario, necesitaba hacerlo para sentirme fuerte y valiente
al menos lo suficiente para saber reconocer mis errores.

Y es que a veces,
mi cabeza se vuelve de madera
albergando en su interior serrin.
Suerte que tengo un amigo, de madera también,
que de vez en cuando me ayuda a limpiar la resina de mi mente
y a entender que las cosas no son siempre del color del cristal con el que uno las mira;
Si no que hay colores diversos para vivirla y entenderla.
No vale la pena enfurruñarse por cosas vanales (por mucho mundo que nos parezcan).
Sólo me arrepiento de haber descargado mi ira contra el menos indicado
pero nunca de habérselo transmitido palabra a palabra;
Porque entonces ahora no podría rectificar, ni mucho menos ser perdonada.

Y es que como ya he dicho, a veces,
mi cabeza se vuelve de madera…

Miren García.